
Parece que las gafas atraen la suciedad cada día. Las manchas pueden ser provocadas por múltiples causas: huellas, aceites, sudor, líquidos que alcanzan las lentes durante todo el día, uso de ropa sucia para limpiar los cristales, humo procedente del tráfico, humedad e incluso restos que no has sido capaz de ver.
Con el tiempo, estos elementos crecerán y dañarán la superficie de tus lentes. Una rápida limpieza con la camiseta que lleves puesta no hará que tu cristal esté más limpio y, además, puede dañar tus lentes.
Las manchas, además de ser molestas (e, incluso, potencialmente embarazosas), pueden provocar vista cansada e incomodidad.
Las lentes con propiedades anti-rayones consiguen que la superficie de tus gafas llegue a convertirse en ‘hidrofóbica’ al repeler cualquier líquido. Esto significa que los restos de aceite no podrán aferrarse a tus lentes como lo harían con unas gafas normales.